Creo que una imagen vale más que mil palabras y justo la que tenéis aquí arriba está diciéndonos mucho, sobre todo a los chocoadictos como yo.
Desde pequeñita me han vuelto loca los sándwiches de crema de chocolate. Sin lugar a dudas era mi merienda preferida y siendo sincera, podría decir que aún siento lo mismo por ellos.
En casa mi madre nos hacía felices con esta delicia solo de vez en cuando, porque ella ya sabía que por mucho que nos quisieran vender aquella crema de untar como saludable y buena para los niños porque estaba hecha solo con "ingredientes naturales" (todo el mundo recordará la cantinela de: "leche, cacao, avellanas y azúcar") era de todo menos justo lo que nos querían vender.
Así que os puedo prometer que esa tarde, en la que mi madre asomaba por el salón con el sándwich de chocolate, era toda una fiesta. Y ahora de mayor, como aún sigo siendo adicta a este tipo de merienda, ando buscando la mejor opción para darme mis caprichos lo más saludables posibles.
Es cierto que en el mercado cada vez podemos encontrar más marcas que ofrecen este tipo de producto con unos valores cada vez mejores, pero tengo que admitir que, aunque de sabor están brutales y podría comérmelas a cucharadas, la mayoría están llenitas de polialcoholes y me sientan más bien mal por eso la decisión de hacer mi propia crema de chocolate casera y oye, menudo acierto.
Os prometo que es lo mejor que he hecho en mucho tiempo. Llena de sabor, con solo dos ingredientes y con una textura más que increíble. Os prometo que no volveréis a gastar más dinero en un bote del super porque es tan sencilla que no queréis probar otra.
INGREDIENTES:
- 300 grs de avellanas naturales.
- 125 grs de chocolate negro sin azúcar.
ELABORACIÓN:
Lo primero que vamos a hacer es tostar nuestras avellanas naturales. Para ello, ponemos nuestras avellanas sobre una bandeja de horno provista de papel vegetal y horneamos a 180º durante 10 minutos.
Transcurrido este tiempo, sacamos del horno y con la ayuda de un trapo (cuando aún estén calientes) quitamos la piel de las mismas brotando con cuidado.
Cuando hayamos quitado la piel, echamos nuestras avellanas peladas y tostadas en el procesador de alimentos, recordar que debe de ser potente para no quemarla, y trituramos hasta obtener una mantequilla de avellanas.
Fundimos el chocolate negro sin azúcar y lo mezclamos con la mantequilla de avellanas que acabamos de conseguir. Mezclamos bien con la ayuda de una cuchara de palo, cuando la tengamos lista, la vertemos en un bote de cristal y guardamos en la nevera hasta el momento de degustar.
Os puedo asegurar que tengo un book de fotos de esta delicia. En cada una de ellas podéis ver lo cremosa que queda, así que no dudéis en prepararla en casa, las posibilidades de uso son ilimitadas.
En tortitas, pan, crêpes, yogures, gofres, tostadas, frutas e incluso a cucharada limpia. ¿Se os ocurre algo más? Ánimo y a dar rienda suelta a la imaginación.
Feliz jueves amigos.
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