Este 2020 no pienso parar de hacer helados durante todo el verano e incluso en propio invierno y la veda la han abierto los cumpleaños veraniegos.
Como os dije en el post dedicado a la tarta que preparé para el cumpleaños de mi hermano, las tartas que haga desde julio en adelante pasarán por el congelador antes de desgustar.
Y es que, el calor aprieta (y mucho) y a eso le unes que somos unos locos incondicionales del helado en todas sus versiones y de todos los sabores, la razón está más que justificada.
- ¡Helado a todas horas por favor!
Y eso es lo que pensé al ponerme, meses antes, a mirar recetas para la tarta de cumpleaños de mi chico. Tanto él como yo, creo que esto ya lo he comentado en más de una ocasión, tenemos nuestro momento preferido de la semana ( y ojo que para mí cualquier momento es preferido siempre que él esté a mi lado) pero los sábados por la noche tenemos una costumbre/rutina muy nuestra y es que nos preparamos nuestra cena ideal (hamburguesa casera de salmón con bien de queso y aguacate bajo un pan alto en proteína y bajo en HC) y nuestro postre soñado......HELADO ( os prometo que tenemos tarrinas de helado llenan todos los cajones de nuestro congelador esperando que acabemos con ellos la noche del sábado).
Por este motivo, siendo tan fans de los helados y contando con que cumple años el 1 de julio (calor nada de nada) este año su tarta sería bien fresquita. Tenía que llevar alguno de los ingredientes que más le gustan. No sé si os acordáis de la que le preparé el año pasado, una "Tarta Mousse de Kinder" que fue espectacular, por eso tenía el listón muy alto y mis nervios a flor de piel.
Este año quería sorprenderle con algo diferente, que no se esperara, así que adiós Kinder y adiós tarta de queso (adora las cheeseecake y las prueba allí donde vamos), pero aún tenía un "AS" en la manga, las galletas Oreo, sus preferidas entre todas las galletas del mundo.
Bueno, pues ya tenía el ingrediente principal, ahora quería conseguir una textura de helado suave, ligera y untuosa y para ello necesitaba nata. La combinación perfecta de sabores, pero además quería que fuera bonita, que cuando la viera le encantara y que cuando la probara le gustara más todavía.
Vosotros que hacéis repostería, sabéis bien de qué os hablo. De la importancia que tiene que todo quede perfecto cuando te pones a hacer una tarta para alguien importante en tu vida y en este caso esta tarta era la persona a la que amo y la que me ha hecho ver que el amor verdadero y eterno existe, sin condiciones y sin tejemanejes, saludable y de corazón.
Porque con esta tarta tenía que hacerle feliz, de una manera u otra es una forma de demostrar cuanto me importa, cuanto le quiero y lo él supone para mí.
Me he prometido una cosa a mi misma, voy a intentar que cada 1 de julio disfrute de la mejor tarta del mundo mundial.
Os aseguro que esta tarta es de éxito total, sencilla pero vistosa, queda fina y parece que haya salido de una pastelería de alto postín, así que, tengáis o no cumpleaños veraniego por celebrar os animo a que la probéis porque os encantará seguro.
INGREDIENTES PARA LA BASE:
- 20 galletas Oreo.
- 70 grs de mantequilla derretida.
INGREDIENTES PARA EL RELLENO:
- 500 ml de nata para montar.
- 30 galletas Oreo.
- 600 grs de leche condensada.
INGREDIENTES PARA LA DECORACIÓN:
- 12 galletas Oreo Mini.
- 200 ml de nata para montar.
- 20 grs de icing sugar.
ELABORACIÓN:
Comenzamos nuestra tarta haciendo la base de la misma. Para ello, trituramos las galletas Oreo en el procesador de alimentos y mezclamos bien con la mantequilla derretida.
Vertemos la mezcla sobre la base de un molde desmoldable de 23 cm de diámetro aproximadamente, en el cual habremos puesto papel vegetal en su base. Repartimos de manera uniforme por toda la base. Reservamos en la nevera.
Continuamos partiendo las galletas Oreo que tenemos para el relleno en trozos pequeños. Reservamos.
En el bol de la amasadora montamos la nata, cuando la tengamos lista, retiramos de la amadora y vamos añadiendo poco a poco la leche condensada, mezclando con movimientos envolventes para evitar que la nata pierda aire.
Cuando hayamos integrado ambos ingredientes, añadimos los trozos de galletas Oreo que teníamos reservadas y mezclamos bien. Echamos esta mezcla en el molde que teníamos en la nevera con la base de galletas, alisamos un poco con una espátula y metemos en el congelador hasta el día siguiente.
Transcurrido este tiempo, montamos la nata que tenemos reservada para la decoración junto con el azúcar glas o icing sugar hasta obtener una textura firme. Ponemos la nata en una manga pastelera provista de una boquilla rizada, sacamos la tarta del congelador y decoramos nuestra tarta haciendo rosetones por todo el borde.
Para terminar la decoración, colocamos una galleta Oreo mini en cada rosetón de manera alterna o como más os guste, libertad a la imaginación amigos. Volvemos a meter en el congelador hasta el momento de servir.
Cuando vayamos a servir, sacamos del congelador, le damos un poco de calor con nuestras manos alrededor de las paredes del molde y desmoldamos. No es necesario sacarla antes que con estos calores se nos deshace en nada.
Y ahora sí que podéis disfrutar de esta maravilla tanto como lo hicieron en casa. Mi chico quedó impresionado, de hecho, a la hora de ponerme a publicar esta receta, me dice que aún recuerda el sabor tan rico que tiene, le miro y aún se relame.
¿Buena señal? ¿No?
Feliz semana veraniega, buscad la sombra, poneros el aire y los que podáis (que no es el caso) pegaros algún chapuzón a mi salud, yo por el contrario, seguiré refrescando mis días con....HELADO.
Sed felices amigos.
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