¿Por qué dónde está escrito que los helados son solo para el verano?
Sinceramente, yo soy de esas personas que comen helado en todas las épocas del año. La verdad es que me encanta que llegue el sábado por la noche y, en días de invierno donde fuera hace un frío que pela o está lloviendo a mares, sentada en mi sofá arropada hasta las orejas (y además literal) y con mi chico a mi lado para darnos calor mutuamente, poder disfrutar de nuestra tarrina de helado preferida mientras vemos una peli o algo en la tele.
Ese es nuestro momento y lo hacemos tanto en verano como en invierno, lo único que cambia es la indumentaria pero la tarrina está con y forma parte de nuestra relación jajaja somos los enfermos de los helados, os lo digo de verdad. En casa siempre tenemos más de dos y más de tres de diferentes sabores, nos encantan de verdad y los disfrutamos como niños, solemos abrir más de una la vez y así cambiamos de sabor para no saturarnos, aunque tenemos nuestros "TOP" que no nos pueden faltar nunca y que antes de que se acaben reponemos como locos.
Y al hablar de helados, lo mismo nos da disfrutarlo en cualquier formato, por eso la receta de hoy.
Es cierto que la hice para el cumpleaños de mi hermano que es julio y en esa fecha es más que acertada, dulce y fresquita, ideal para combatir el calor de la manera más deliciosa, pero os puedo asegurar que la hagáis cuando la hagáis será todo un espectáculo y una decisión más que perfecta porque desde que la probamos en casa no concebimos comer tiramisú de otra manera que no sea ésta.
Es que aunque sea una tarta helada, queda cremosa y fresquita, pero no helada. El truco está en sacarla unos 10 minutos antes de degustar para que la textura sea la perfecta, así tanto la textura como el sabor ganan a niveles insospechados.
Os animo a hacerla y si hace frío, pues hacéis como yo, manta, sofá y plato con esta maravilla, os aseguro que entraréis en calor y queréis repetir sin lugar a dudas.
INGREDIENTES PARA LA CREMA:
- 500 grs. de queso mascarpone.
- 5 yemas de huevo.
- 120 grs. de azúcar blanca.
- 40 ml de agua.
INGREDIENTES PARA EL ALMÍBAR:
- 100 grs. de azúcar blanca.
- 100 ml de agua.
- 200 ml. de café expresso.
- 15 ml. de licor Amaretto.
INGREDIENTES PARA EL RESTO DE LA TARTA:
- Bizcochos de soletilla.
- Cacao desgrasado para espolvorear la superficie.
ELABORACIÓN:
Vamos a comenzar poniendo en un cazo al fuego el azúcar con el agua, dejamos que cueza hasta que la temperatura alcance unos 118ºC, sería importante utilizar un termómetro para el almíbar pero si no disponéis de uno, cuando el azúcar se haya disuelto y el agua tenga cierta consistencia, podéis retirar del fuego.
En el bol de la amasadora, ponemos las yemas y batimos a velocidad baja, añadimos poco a poco y en forma de hilo el almíbar a las yemas y en ese momento, subimos la velocidad de la amasadora.
Debemos tener paciencia y no desistir, es necesario continuar batiendo hasta que baje la temperatura de nuestra mezcla se iguale a la temperatura ambiente y se enfríe (este proceso puede tardar más de 10 minutos incluso), en ese punto veremos como nuestras yemas habrán montado como necesitamos.
Mientras tanto, en un bol batimos el queso mascarpone con una espátula hasta ponerlo suave y blandito.
Cuando las yemas estén montadas y frías, agregamos el mascarpone suavemente con una espátula y movimientos envolventes. Cuando los ingredientes se hayan integrado, tapamos con film transparente y metemos nuestra mezcla en la nevera mientras preparamos el almíbar la mojar nuestros bizcochos de soletilla.
Para ello, ponemos en un cazo al fuego el azúcar y el agua y dejamos hervir durante 5 minutos, transcurrido este tiempo retiramos del fuego y agregamos el café y el Amaretto y volvemos a mezclar bien. Reservamos.
MONTAJE DE LA TARTA:
Preparamos un molde desmoldable de 20 cm de diámetro poniendo papel vegetal en el fondo.
Vamos a empezar poniendo una primera capa en la base de bizcochos de soletilla humedecidos con nuestro almíbar de café y amaretto ( es importante quitar el sobrante del almíbar apretando con cuidado los bizcochos). Luego ponemos una generosa capa de crema de mascarpone, a continuación volvemos a poner otra capa de bizcochos de soletillas en almíbar y así progresivamente hasta terminar con la crema de mascarpone.
Cuando hayamos acabado, tapamos nuestra tarta con film transparente y la metemos en el congelador. como mínimo 4 horas aunque quedará mejor si la dejamos reposar toda la noche.
Antes de presentar, desmoldamos la tarta con cuidado y con la ayuda de la punta de un cuchillo para separar de las paredes del molde.
Terminamos de decorar nuestra tarta helada de tiramisú espolvoreando cacao en polvo desgrasado sobre toda la superficie.
Os aseguro que es una tarta que debéis probar como mínimo una vez, aunque no os guste el café esta tarta se convertirá en una de vuestras preferidas sin duda alguna. Fresca, ligera (todo lo contrario a lo que nos tiene acostumbrados este típico italiano), con el punto justo de dulzura y de sabor a café.
Una tarta que es todo un equilibrio y un placer gustativo.
En siete días vuelvo por aquí amigos. Besos mil.
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