Menuda casualidad, en Roma y justo hoy os traigo una receta que tenía guardada desde hace un par de meses y que es típica de Italia.
la verdad es que estaba predestinada a viajar a esta ciudad, pero hasta que no encontrara a la persona perfecta para hacerlo, este viaje tenía que esperar y por fin llegó y os puedo asegurar que ha sido todo inmejorable.
La tarta que os traigo se llama "Tarta de la Nonna" o, traducido al castellano, "Tarta de la abuela", por su nombre podríamos imaginarnos a la típica abuela entrañable preparando un rico pastel para su nietos, pero nada más lejos de la realidad.
Sus orígenes son antiquísimos y, es típica de Florencia aunque en realidad no se sabe muy bien dónde y por qué nació esta deliciosa tarta.
Se cuenta que su creación se debió a que varios clientes de un restaurante florentino, cansados de degustar los dulces tradicionales del lugar y con ganas de probar un algún postre nuevo en el menú, lanzaron una apuesta al cocinero.
Haciendo caso a su clientela, el cocinero se inventó esta tarta cuya base es una masa quebrada rellena con crema pastelera y cubierta de piñones y de azúcar glas. La verdad es que al ver el resultado final, su apariencia se asemejaba más a una tarta tradicional típica de las abuelas que de la tarta del menú de un restaurante de postín, Quizá de ahí que la bautizaran como "Tarta de la Nonna", aunque todo son suposiciones pero qué bonito queda ponerle historia y darle una vida a un pastel.
En realidad, si viajas a Italia es fácil poder disfrutar de este manjar en la mayoría de sus restaurantes, junto con otros dulces típicos e igual de exquisitos, como los ya conocidos Panna Cotta, Tiramisú, Profiteroles, y un largo etcétera irresistible.
Existe una variante de esta tarta pero que yo no he probado aún, la única diferencia que existe en su elaboración es que se le añade cacao a la receta, en este caso el nombre cambia por “Torta del abuelo”.
Es una tarta bastante fácil, y para los que no la hayáis probado y os hagáis una idea es bastante similar al “Pastel Vasco” relleno de crema pastelera, pero cubierta de piñones, espolvoreada de azúcar glas y su crema de relleno contiene siempre algún tipo de queso.
INGREDIENTES PARA LA MASA QUEBRADA:
- 450 grs de harina normal.
- 150 grs de azúcar glas.
- Un pizca de sal.
- 180 grs de mantequilla fría cortada en trozos.
- 2 huevos L.
INGREDIENTES PARA EL RELLENO:
- 600 grs de queso crema.
- 190 grs de azúcar blanca.
- 3 huevos M.
- 70 grs de maicena.
- 150 grs de nata.
INGREDIENTES PARA LA DECORACIÓN:
- 1 huevo batido.
- 10 grs de piñones.
- Azúcar glas para espolvorear.
ELABORACIÓN DE LA MASA QUEBRADA:
En un bol grande tamizamos la harina junto con la sal. Añadimos el azúcar glas y la mantequilla que teníamos fría cortada en trozos.
Ahora, con las yemas de los dedos mezclamos los ingredientes hasta que se integren. Es importante hacerlo rápido y no tocar en exceso la masa para no trasmitirle el calor de las manos, de esta manera evitaremos que la mantequilla se ablande demasiado. Amasaremos hasta que nuestra mezcla tenga el aspecto de migas de pan.
Hacemos una bola con la masa, la envolvemos en papel film transparente y la introducimos en la nevera durante media hora como mínimo
Cuando la masa haya reposado el tiempo adecuado, encendemos el horno y lo precalentamos a 180º. Preparamos un molde de unos 25 cm de diámetro poniendo papel vegetal en la base. Reservamos.
ELABORACIÓN DE LA CREMA:
En el bol de la amasadora echamos todos los ingredientes del relleno y mezclamos hasta formar una crema homogénea. Reservamos.
Sacamos la masa quebrada de la nevera. Amasamos ligeramente con las manos y la dividimos en dos. Una de las partes de la masa será la que servirá de base, así que deberá ser un poco más grande que la segunda parte que servirá de tapa y necesita menos cantidad.
Con la ayuda de un rodillo y sobre una superficie enharinada, extendemos la masa y cuando la tengamos del grosor adecuado, forramos la base y los laterales del molde con ella. Es una masa delicada debido a la mantequilla, si se rompe en algún sitio, no os preocupéis, es fácil de solucionar pegando un poco más de masa y presionando un poco con los dedos.
Cuando tengamos todo el molde forrado, vertemos el relleno. Reservamos.
Ahora toca estirar la otra mitad de la masa, la más pequeña. Procedemos de la misma manera, con el rodillo sobre la superficie enharinada. Cuando la tengamos estirada, la colocamos sobre la crema a modo de tapa. Hay que calcular que la tapa sea lo suficientemente grande como para que la podamos poner sobre los bordes del molde, para ello es mejor que la midamos poniendo el molde sobre la masa estirada y asegurarnos así que tendrá la medida necesaria.
Recortamos los bordes y presionamos con la punta de un tenedor los bordes para sellarla bien y evitar que se nos salga.
Batimos un huevo y pintamos toda la tapa de la masa con él con la ayuda de una brocha de cocina. A continuación, espolvoreamos sobre toda la superficie los piñones que se pegarán con mayor facilidad por efecto del huevo.
Horneamos durante 45-50 minutos o hasta que la masa adquiera un ligero color dorado.
Sacamos del horno y dejamos enfriar completamente hasta de degustarla, es mejor dejarla reposar toda la noche para que la crema se asiente perfectamente y desmoldamos.
Antes de servir, espolvoreamos con azúcar glas.
Pues hasta aquí la receta de la tarta que le preparé a mi padre para el día de su cumpleaños. Quién me iba a decir a mí cuando la estaba haciendo, que cuando la publicara iba a estar de viaje por Italia.
La vida nunca dejará de sorprendernos, por ello debemos exprimirla al máximo.
Beso mil y hasta la próxima receta dulce, que no se porque creo que también tendrá relación con mi viaje. ¿Os imagináis de qué se puede tratar?
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